lunes, 10 de noviembre de 2008

Ego,me, mehi,mihi,me,mecum


Todos estamos más o menos de acuerdo que, el llamado "capital humano", constituye la base primordial de la creación de valor de una empresa. Es por ello que, la explotación del talento hacia la cooperación y la creación de un buen equipo de trabajo,renunciando, si es preciso, al lucimiento de cada individuo, es una de las tareas más arduas con las que se encuentra el emprendedor o empresario.
El encuentro de distintas sensibilidades, aspiraciones y motivaciones individuales,hace que, nos hallemos ante una de las tareas más importantes de nuestra pequeña empresa(Director de Recursos Humanos, en pequeño).
En mi corta experiencia para dirigir personas, me he encontrado siempre con el mismo problema. Alguna persona que, teniendo un enorme talento, solo está motivada por la adulación de otros o el lucimiento personal. Si a esto se une despotismo e incluso crueldad cuando siente la competencia de otro, entonces es necesario invitarla a abandonarla.
Todos hemos sentido la necesidad del reconocimiento, tanto de los jefes como de nuestros compañeros y clientes. No hay nada malo en ello. Todo lo contrario, eso nos motiva. Pero, la clave entre esta actitud positiva y la enfermiza y destructiva, estriba en anteponer el YO ante su equipo y el resto de la empresa. Y por experiencia propia, cuando el YO aparece, más vale cortar por lo sano.

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